viernes, 9 de mayo de 2014

MUERO

Muero lentamente y paso a paso. Mueren mis manos, mis pies; caen mis pestañas como copos de nieve en el sur. Mueren mis labios, mis ojos verdes, mi piel y mis besos en tus labios; que mueren conmigo.
Muere la palabra impresa en papel de periodico y los nervios de los cierres.
Muero a quien fui y a quien soñé ser, a quien dibujó instantes oscuros que también murieron, a quien diseñó mundos donde los gritos de tus niños deshacían  la soledad . Muero al dolor, a ese periodismo que me permitió ser, a la buena educación, al permitirte tratarme mal, al temor a ser libre; a la miseria y a no creerme capaz. Muero para nacer.
Mi vida, mi amor, mi tesoro; muero a ti y a soñar contigo y nuestra vida juntos: muero a este dolor en el corazón y a ese temor a hundirme del todo y enloquecer, a morir de hambre y de frío; a que nada de todo haya servido. Muero al temor a desaparecer.
Muero como el gusano de seda que quiere volar.
Muero como el feto que nace.
Muero como la vacía piel de serpiente seca.
Muero, sin más. Y en los rincones dejo pedazos de mi  estiercol; piel muerta, pútridos recuerdos.
Un instante y no soy nada; nada. Todo lo que hice, ame, creí crear no es nada y muere conmigo.
Otro instante y ya me siento renacer.
Nazco a ser yo misma, a amarme, cuidarme y respetarme por encima de todas las cosas. Nazco al instante, al nuevo aroma.

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