lunes, 16 de marzo de 2009

Agua, oasis y desierto del Sinai

"El agua es nuestra vida, lo es todo para nosotros", nos dijo Mohamed mientras nos mostraba cada rincon de la tierra que ha llegado hasta él. Apenas unos pequeños metros de palmerales y huerta que nacen frente a las rocosas, secas e infértiles montañas de Sinai. Un pozo de 32 metros excavado en la tierra desciende hasta encontrar el líquido elemento que transforma el infierno en el paraiso. Durante unos minutos este hombre enjuto de ojos vivarachos nos presenta cada rincon; los cultivos, los árboles y para sanar qué sirven sus hojas, el pequeño invernadero en el que crecen las lechugas. Es un hombre beduino hijo de una de las cuatro tribus que habitan el oasis; un hombre enamorado de la tierra a la cuida con la consciencia de haber crecido frente al desierto extremo. Madre tierra. Pachamama linda. En torno a mi las abejas liban las flores de jazmin que se abren; hay libélulas, y los camellos descansan junto a los coches. Los niños nos observan con curiosidad. "El agua lo es todo, todo".



Dos días después en el aeropuerto Carlos y yo intentamos cambiar un escarabajo de cerámica por un vaso de agua en una cafetería gris de un aeropuerto gris. Los muestrarios de agua tienen el mismo diseño de lujo que si vendieran perfumes. Cuando Carlos se va reparo en que las palabras que anuncian las botellas de diseño prometen la eterna juventud, también que cada letra de su marca se ha asociado a conceptos como Pasión, elegancia, artesanía o vida. Veo en este agua la promesa de ese futuro en el que el líquido elemento es un producto de lujo, disponible solo para los bolsillos ricos.



Entonces recuerdo las palabras que me dijo Eduardo Mestre, director de la tribuna científica del agua de Zaragoza, hace mas de un año sobre la compra y la venta de fuentes o reservas de agua por parte de las multinacionales, sobre que en el trasforndo de muchas guerras está el agua.



Mohamed viste a la manera tradicional beduina, cocina sobre el carbón, cuida de su huerta y sus cabras, pero Mohamed es un hombre del futuro: Al contemplar el desierto es consciente del valor de cada decilitro de agua, de lo que ocurre cuando no se cuida el agua; cuando el líquido elemento falta.



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