Daniel Hernández, Dani, acaba de morir. Se ha ido con la sonrisa en los labios, rodeado de su familia, tras hacer las paces con todos y todo lo que en algún momento de su vida le hizo crecer. "Ha sido hermoso. Un gran maestro", me decía por teléfono su gran amigo para ayudarme a borrar el poso de tristeza que la noticia ha dejado en mi. "Me siento tan bien, tan orgulloso", proseguía.
Daniel, Daniel Hernández vivió como murió; como el maestro que apuesta por ser cada vez más lo mejor de si mismo y así se da.
Estoy sin palabras, aturdida por la noticia; sonlloro por sentir tan cerca su último viaje. También por todo lo aprendido en el camino que compartí con este ser de luz. Y siento su regalo, sus frases; el sentido de la vida; el verdadero sentido de la vida.
GRACIAS DANI, GRACIAS POR HABER VIVIDO COMO LO HAS HECHO Y POR HABERTE IDO COMO TE HAS IDO. GRACIAS POR HABER DEJADO LA HERENCIA QUE HOY TAMBIÉN SIENTO DENTRO DE MI.
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