

Un año más tuve el gusto de asistir a la gala de Payasos sin Fronteras en pleno Madrid, una utopía en si misma, una orquesta de humildes magos cuya herramienta es la risa. "Señores gobernantes, la risa tiene que star al alcance de todos. Necesitamos que se conciencien, que conciencien a sus cabezas y conciencien a sus corazones", dijo el presentador de la gala. Cuando escuché aquellas palabas yo ya estaba concienciada, llevaba una vida entera concienciada.
Conocí a Payasos sin fronteras hace nueve años, colaboré con ellos y tuve la tentación de juzgarlos; de juzgar su humildad y sus escasas herramientas . Viajé con ellos a Guatemala y comencé a descubrir que esas pequeñas herramientas eran capaces de cambiar muchos pequeños mundos. La primera evidencia fuerte la tuve cuando viajamos hasta un reformatorio masculino donde al entrar los niños te miraban con tanta lascivia que podías adivinar qué escondían sus ojos: Asesinatos, bandas callejeras, la venta de sus propios cuerpos, de sus órganos... Durante los primeros minutos sentías que aquellos cientos de ojos te desnudaban con agresividad y violencia. Poco a poco notabas como el ambiente iba crispándose, endureciéndose, haciéndote sentir mal, haciéndote sentir sucia. Ese reformatorio estaba lleno de hombres peligrosos con necesidad de agredite, sentí. Todo parecía indicar que en breve tendría que salir corriendo, pero comenzó la función... Los payasos hicieron lo que mejor sabían hacer: El milagro de la alquimia.
Conocí a Payasos sin fronteras hace nueve años, colaboré con ellos y tuve la tentación de juzgarlos; de juzgar su humildad y sus escasas herramientas . Viajé con ellos a Guatemala y comencé a descubrir que esas pequeñas herramientas eran capaces de cambiar muchos pequeños mundos. La primera evidencia fuerte la tuve cuando viajamos hasta un reformatorio masculino donde al entrar los niños te miraban con tanta lascivia que podías adivinar qué escondían sus ojos: Asesinatos, bandas callejeras, la venta de sus propios cuerpos, de sus órganos... Durante los primeros minutos sentías que aquellos cientos de ojos te desnudaban con agresividad y violencia. Poco a poco notabas como el ambiente iba crispándose, endureciéndose, haciéndote sentir mal, haciéndote sentir sucia. Ese reformatorio estaba lleno de hombres peligrosos con necesidad de agredite, sentí. Todo parecía indicar que en breve tendría que salir corriendo, pero comenzó la función... Los payasos hicieron lo que mejor sabían hacer: El milagro de la alquimia.
Viajé a Palestina con dos grandes veteranos de la organización: Pepe Viyuela -presidente entonces de Payasos, actor con alma de filósofo-, y Luismi -un payaso integral al que podías encontrar siguiendo las pompas de jabón y las flores hechas con globos que repartía por doquier-. El primer milagro ocurrió delante de los soldados israelíes a los que Luismi enterneció -están en la foto de arriba-. Poco después llegamos a un hospital infantil palestino cercano a Belén. Allí había niños enfermos, heridos; niños que habían perdido la cabeza y otros que daban muestras de vivir en otra realidad. Recuerdo encontrar a Pepe delante de un pequeño autista de unos dos años, incapaz de reaccionar ante los estímulos exteriores. Pepe se le quedó mirando durante cerca de media hora, jugó con él, le hizo pompas, se movió muy lentamente . El niño se movió y sonrió.Pepe logró entrar en él.
Entonces supe que aquello era imborrable, que aquellos niños de Intifada nunca olvidarían el sutil regalo de la risa; que yo no lo iba a olvidar jamás. Supe también qué era un payaso; esos seres humildes que sueñan con hacer reir y casi siempre lo consiguen.
Payasos sin fronteras es una organización no gubernamental que lleva risas a los sitios donde reir es un lujo. Guerras, desastres naturales, hambrunas son el marco en el que operan. También lo hacen aquí. Os adjunto sus números de cuenta por si queréis colaborar con ellos. Para contactarlos: 902 407 902
La Caixa: 2100 3131 10 2200129444,
BBVA: 0182 1790 18 0200686034
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