sábado, 4 de junio de 2016

Abuela Marianna Hilgens y el arte de concretar los sueños


En la casa de la abuela Mariana convergen cientos de sueños concretados. El sueño de hacer del desierto un vergel, el de que muchos bebieran de su saber, el del hogar. Quizá por ello está llena de preciosos gatitos de pelo largo y blanco que te persiguen hasta la saciedad a cualquier hora del día, que cuando llega la noche y duermes en la caravana cuidan tu puerta mientras observan el tintileante pestañeo de las estrellas hasta el amanecer. Acabo de regresar de una toma de tierra y agua en Granada donde Marianna, la abuela Marianna de Vélez, me ha hablado de unas cuantas cosas importantes acerca del arte de vivir con los pies bien en la tierra y la cabeza en los sueños. "Sueña y concreta tus sueños. Decide si buscas para encontrar o sólo buscas para buscar. Si es así también es perfecto pero es importante que lo tengas claro." Ella tiene 85 años, tres hijos y otros tantos biznietos, y la experiencia de haberse levantado una y mil veces sobre los añicos de si misma. Cada mañana y en cada acto pone la voluntad de dejar atrás lo que fue y poner las bases del futuro. Estar con ella es aprender el pálpito de la vida. Poner intención y trabajo en lo que deseas mientras usas lo que ya no es para levantarte porque hay que seguir como si nunca se hubiera fracasado; seguir con el impulso de saber más que antes de hacerlo, seguir porque es la responsabilidad de estar vivos. Ella lo hace desde el amanecer hasta el atardecer donde medita cada día, pero también lo hace en cada más nimio acto que lleva a cabo. Al abonar, al regar, al hacer las mermeladas o cocinar; al estar pendiente de toda persona que pasa por su casa para ofrecer su ayuda para dar realidad a sus sueños. !Hay que concretar los sueños! Ella se reconstruye y construye a su alrededor hasta tal punto que ha superado la perdida de lo más amado una y otra vez pero se ha convertido en una de las personas imprescindibles para transformar La Alpujarra y la forma de vivir de sus jóvenes, inmigrantes, mujeres.... A lo largo de las horas, en compañía de David, Marianna ha ido recordando los años de guerra en su país, el estar a punto de caer al fuego, el sonido de las bombas y los juguetes que tiraban los aviones con explosivos dentro, también la rabia que se quedó después. El cáncer que superó. El día que murió su hijo. La forma en la que la muerte fue llegando a su marido. La voz de su hija en la infancia. "Pienso en aquello y sé que no sería quien soy si no lo hubiera vivido así", dice. Para después hablar de la necesidad de referentes para los jóvenes, de cómo la edad media a la que todos llaman Generación X ha de crear caminos, de cómo las dificultades también esculpen, de cómo el positivo y el negativo nos van constituyendo. Y del perdón a uno mismo, y del miedo bueno que te puede hacer sobrevivir pero también del malo que bloquea. Y del amor. La abuela Marianna ha enseñado a personas de todo el mundo a hacer pequeños huertos para poder sobrevivir, pero también a separar la ilusión de la realidad y construir la vida. De regreso a mi hogar, miro  a mi alrededor y me doy cuenta que veo diferente, que siento y palpito diferente aunque es la cuarta vez que la entrevisto. Me quedo con una de sus frases: "Es importante que seas claro en lo que quieres, que sepas lo que quieres porque si no lo sabes... ¿cómo puedes crearlo?

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