Fui a la tienda marroquí del barrio y Munir me dio la bienvenida con su habitual Shalam Malecum. El es un hombre joven, padre de tres hijos que hace unos diez años ´le compro la tienda a los chinos y ahora su negocio siempre esta lleno de gente, de madres que le cuentan su vida, de padres que le piden consejo, de niños que lo quieren todo. Y Munir para todos tiene una sonrisa, una invitacion, un hacerte sentir bien. A mi me saluda en árabe, me despide en árabe, y me cuenta cosas de su pais, de la locura que es todo áquí y allí.
Hace tiempo que no hablamos, así es que hoy le pregunté por su verano, por sus vacaciones y por su mundo. Y me contó lo que no quería oir:
-Uy, aquello es una locura, una gran locura. Están haciendo el tranvia en Casablanca y no se puede estar. Hay mucho dinero allí.
-¿Y cómo es eso Munir?
-Todo está en obras, como hace diez años aquí.
-¿Cómo hace diez años?
-Sí, ahora hay muchos hombres de negocios europeos allí que hacen mucho dinero, pero todo sube muy rápido.
Entonces me detengo y entiendo lo que dice. Habla de la especulación, del capital que sube los pisos, de la construcción que creo el espejismo en España y nos catapulto en esta crisis que amenaza nuestro sistema de bienestar.
-Uyuyuy, Munir, pero, entonces, ¿Te vas a comprar casa allá?
-¿Comprar?Es imposible. Todo se ha subido por las nubes. Están comprandolo todo, casas, tierras, ahora allá hay mucho dinero. En Casablanca hay mucho dinero y nosotros no podemos comprar una casa porque está alejada de nuestras posibilidades.
De pronto dejo de escuchar a Munir y recuerdo que apenas hace unas horas una amiga me ha hablado del rentable negocio para inversores en bolsa que ha montado un amigo suyo en Marruecos, de lo bien que funciona y de lo rápido que crece.
Y entonces sonrío, más de tristeza que de alegría.
Este juego global de apuestas y especulación ya ha encontrado a nuevos ilusos para engatusar con sus falsas promesas. Ojalá ellos se protejan con conciencia.